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¿Análisis de contenido o análisis de discurso?

4 febrero, 2011

Sabemos que a través del uso del lenguaje generamos visiones de lo que es nuestro contexto social, lo que somos cada uno de nosotros en situaciones concretas y nuestra relación con los demás. La centralidad de las formas discursivas forma parte central en estudios sobre la vida cotidiana y la formación de subjetividad, áreas que han adquirido mucha atención en Psicología Social y que también son áreas que interpelan otras disciplinas, especialmente en otras disciplinas de las Ciencias  Sociales, así como en Comunicación y Educación, entre otras.  En el caso de la Psicología Social podemos decir que hay un cierto  acuerdo de que el llamado “giro discursivo” se genera en la disciplina a partir de la década del ochenta. Sin embargo, es también un hecho conocido que desde un enfoque socio-psicológico no existe una posición única con respecto a cómo abordar el tema del análisis del discurso en la investigación. Antaki, Ch. et. als. (2003) en el ensayo, El Análisis de discurso implica analizar: Crítica de seis atajos analíticos, mencionan varias perspectivas: el análisis conversacional, el llamado análisis crítico del discurso, aquellos análisis que se ubican más desde una perspectiva postestructuralista con influencia de los trabajos de Michel Foucault y análisis de discursos con interés específico en identificar estructuras ideológicas por lo general con una clara influencia de la perspectiva marxista. Cada perspectiva teórica supone ciertas divergencias con respecto a los supuestos teóricos, estilos de trabajo  y objetivos de la investigación. Sin entrar en esta complejidad, mi interés en este comentario se centra en tratar de dilucidar algunas diferencias entre el análisis discursivo  y  el  análisis de contenido. Esta faena parecería sencilla, sin embargo,  mi sospecha es que  a través de la discusión en este blog, constataremos todo lo contrario. Para despegar tal discusión propongo los siguientes puntos de  anclaje: diferencias en cuanto a base teórica, objetivos y estrategias de análisis.

A nivel teórico podríamos decir que el análisis de contenido parte de la premisa de que se puede generar un metatexto a partir del ejercicio interpretativo. Para generar el metatexto el  o la investigadora debe justificar teóricamente su selección a la par que establece claramente cuáles son las reglas que sigue para establecer por ejemplo, sus categorías, subcategorías y las relaciones entre ellas. En  otras palabras, el metatexto es necesario para establecer las conclusiones, propuestas de modelos explicativos, diagramas de flujos causales, etc.

Si tomamos por ejemplo el  Método Interactivo Cíclico, (MIC) de Glaser y Strauss (1967) este ejercicio supone por lo menos cuatro procesos básicos.  En primer lugar, se construye un modelo inicial que es producto de la revisión de literatura relevante y de la experiencia del investigador o investigadora con el objeto de estudio. En segundo lugar, se genera un modelo intermedio a partir de la interpretación de los datos empíricos. Aunque por lo general estos datos son extraídos de entrevistas o documentos escritos, también pueden proceder de textos visuales o imágenes, así como gestos y otros comportamientos. En tercer lugar, se genera un modelo final que resulta del contraste o comparación ente el modelo inicial y el intermedio. Finalmente, se producen las conclusiones que pueden asumir formas de diagramas, discusiones a fondo y nuevas propuestas teóricas sobre el tema bajo estudio. En este proceso  el objetivo último será llegar a esta última fase donde a través de la contrastación se podrían generar nuevas proposiciones. Las estrategias para el manejo de datos, por ejemplo, van desde la preparación de resúmenes, la identificación de repeticiones de categorías y subcategorías y el establecimiento de relaciones entre éstas, así como generar formas de visualización de estas relaciones. Por tal razón la utilización de softwares de análisis cualitativos tienen mucha utilidad como herramientas para agilizar y potencial estas estrategias y formas de visualización de resultados.

En contraste, el análisis discursivo de entrada supone un cierto posicionamiento desde la semiótica. A pesar de los múltiples matices conceptuales de diversas definiciones de este términos, podemos partir de que la semiótica  es sobretodo una práctica analítica que interesa ver las formas de producción y circulación de los signos en su sentido amplio (tanto en textos escritos o verbales como con imágenes visuales). Su objetivo fundamental es pues, desentrañar, los mecanismos de las formas de significación social y cultural. Otro aspecto importante a considerar sería que ciertos modelos de análisis discursivo – por ejemplo, el análisis de los repertorios interpretativos de Potter y Wetherell (1996)– ponen el énfasis sobre la identificación de formas de variación en lugar de reproducción de patrones o repetición.  De forma similar, otros trabajos han apuntado sobre la necesidad de asumir la “multivocalidad” del lenguaje en lugar de identificar procesos o temas de orden psicológico en los textos. Andréu (2001) hace un recuento de algunos de estos estudios, entre ellos menciona el análisis de White P. K. de 1947 sobre la novela autobiográfica de Black Boy de Richard Wright o las investigaciones encaminadas a identificar estructuras de personalidad como en el caso de los trabajos de Allport  de 1946.

En cuanto a las estrategias de análisis de discurso tenemos una gama bastante amplia de posibilidades, estrategias que no son mutuamente excluyentes, como: análisis de figuras retóricas, análisis de estructuras narrativas, donde se estudia por ejemplo, el análisis de los tiempos verbales, modalidades de la expresión, análisis de la utilización de pronombres índices y anafóricos, etc., las formas de intertextualidad, entre otras.  Como fase previa al análisis discursivo varios autores han señalado la importancia de hacer análisis histórico sobre los vínculos entre las formas discursivas bajo estudio y determinadas formas de relaciones sociales.

La vinculación del análisis discursivo con las relaciones sociales particulares es especialmente relevante para lo que se ha llamado el análisis discursivo crítico. Este análisis está especialmente interesado en develar cómo se generan formas de dominación y/o resistencia a la dominación en contextos específicos. Se parte de la premisa de que los discursos son prácticas que generan realidades sociales. Esto no quiere decir, sin embargo, que un análisis de contenido no pueda igualmente tener y atender preocupaciones políticas. De hecho, Van Dijk (2001) ha señalado  que a menudo investigaciones en el campo de los medios de comunicación han utilizando análisis de contenido tradicional para demostrar que se reproducen imágenes estereotipadas, sexistas o racistas en textos, ilustraciones y fotos y cómo éstas se traducen en prácticas sociales de exclusión. Desde un punto de vista, pragmático podríamos decir que igualmente se puede combinar análisis de contenido y análisis discursivo. Las consideraciones de diferencias filosóficas o epistemológicas que sirven de base a estos dos métodos (análisis de contenido y de discurso) sin embargo, requerirían mayor discusión.

Heidi J. Figueroa Sarriera
Programa Graduado de Psicología- UPR-RRP

12 comentarios leave one →
  1. Samuel Colón permalink
    28 febrero, 2011 3:07 pm

    Como bien establece la Profesora Figueroa, la distinción entre estos modos de análisis no es sencilla. Si bien a nivel teórico es posible identificar algunas pistas normativas que contribuyen a distinguir el análisis de contenido del análisis de discurso, conforme se ha desarrollado la investigación cualitativa los límites no están tan claros. Procederé a ofrecer algunos comentarios para aportar a la discusión.

    Una de las diferencias a nivel teórico entre el análisis de contenido y análisis de discurso es la teoría del lenguaje que subyace el método de análisis. Iñiguez & Antaki (1998) afirman que en el Análisis de contenido, la teoría del lenguaje es bastante simple. La sola aparición de una palabra puede ser tomada como una manifestación directa de la categoría que se pretende analizar. El lenguaje es, por decirlo de algún modo, «transparente», representa el concepto que se busca. Tal teoría del lenguaje es, a juicio de los autores, ciega a muchas dimensiones importantes de las formas de comunicación (por ejemplo, el contexto, ironía, doble sentido, agenda oculta, implicación, entre otros). Desde una teoría simple del lenguaje, si analizáramos la enunciación: “¿La puerta está abierta?” podríamos concluir que es una pregunta inocente. Sin embargo, si utilizáramos una teoría del lenguaje más compleja, la misma enunciación también podría ser una indirecta para que alguien cierre la puerta. Es aquí donde se pueden ir trazando diferencias entre estas dos modalidades de análisis.

    En el Análisis de discurso, la teoría del lenguaje es más sofisticada. Lo dicho es importante, pero también, lo no dicho, lo implicado. Desde esta teoría, se asume que el lenguaje tiene múltiples niveles de significación. O dicho de otro modo, que tiene un carácter metafórico. El analista del discurso busca realizar una lectura más compleja del modo en que el lenguaje es usado. En ese proceso, se espera que el/la analista contribuya a darle sentido al material analizado. En ocasiones, esta producción de sentido debe trascender lo literal. Si nos ubicamos desde el registro psicoanalítico, podríamos decir que “siempre hay algo más allá que lo meramente dicho”. Algunas de las divergencias en los diversos enfoques del análisis de discurso se relacionan a la amplitud en que se lleva a cabo el análisis intertextual. Mientras en unas modalidades (como por ejemplo el análisis conversacional) podemos incorporar el lenguaje no verbal, la toma de turnos al hablar, entre otros, en otras modalidades de análisis (como por ejemplo en el Análisis Crítico del Discurso) el analista intentará establecer una relación interdiscursiva con dimensiones sociales más amplias.

    A pesar de lo anterior, he tenido la oportunidad de revisar artículos donde se describe el análisis de contenido, pero la descripción se aleja de la teoría simple del lenguaje antes elaborada. En el artículo “Epistemología, metodología y técnicas del Análisis de Contenido” de Piñuel-Raigada (2002) se describe un análisis de contenido más acorde con una teoría compleja del lenguaje. Quizás también, las investigaciones de análisis de contenido mencionadas por Van Dijk (autor emblemático del Análisis Crítico del Discurso) que menciona la Profesora Figueroa en la entrada inicial del blog, se ubiquen en esta forma más compleja de llevar a cabo un análisis de contenido.

    De igual modo, he visto investigaciones donde se lleva a cabo un «análisis de discurso», pero las referencias al contexto, a lo implicado, a lo no dicho, etc., es tan poca, que parece un análisis de discurso fundamentado en una teoría simple del lenguaje. En el artículo mencionado por la Profesora Figueroa, “El análisis de discurso implica analizar: Crítica a seis atajos analítico” se dan ejemplos concretos de como algunos “análisis de discurso” se quedan, por decirlo de algún modo, en la superficie.

    En resumen, los linderos entre estas modalidades de análisis no están claros. Algunas de las dificultades se deben a la flexibilidad con la que en ocasiones se utilizan estas modalidades de investigación. Parte del reto que está implicado es, a mi modo de ver, cómo añadirle rigor al uso de estas modalidades investigativas, sin necesariamente apresarnos en lo que Yanchar (2002) llama una “metodolatría”, o dicho de otro modo, producir un canon inflexible de cómo llevar a cabo una “buena” investigación cualitativa.

  2. Samuel Colón permalink
    28 febrero, 2011 3:15 pm

    Disculpen, el mensaje original tenía enlaces en «hypertexto» para los artículos que menciono, pero no sé por qué razón no salieron.

    Aquí se los dejo por si les interesa verlos:

    Iñiguez, L. & Antaki, C. (1998). Análisis del discurso. En Revista Anthropos. Huellas del conocimiento. No. 177. Edición sobre Psicología Social: una visión crítica e histórica (1998). Barcelona. Pp. 59-66.

    Piñuel-Raigada, José Luis (2002). Epistemología, metodología y ténicas del análisis de contenido. Recuperado de http://web.jet.es/pinuel.raigada/A.Contenido.pdf

    Antaki y otros (2003). El análisis de discurso implica analizar. Crítica a Seisis atajos analíticos. Athenea Digital. Núm. 3. Pp. 1-22. Recuperado de http://www.raco.cat/index.php/Athenea/article/view/34108/33947

  3. Nicole Vélez-Agosto permalink
    2 marzo, 2011 10:14 pm

    Los comentarios abordados han discutido bastante completas las diferencias, pero como ambos autores mencionan, es un tema que tiene mucha tela que cortar. Así que me remitiré a la última oración del comentario de la Dra. Figueroa: «Las consideraciones de diferencias filosóficas o epistemológicas que sirven de base a estos dos métodos (análisis de contenido y de discurso) sin embargo, requerirían mayor discusión» y me encomendaré tal discusión.

    Entiendo que ambos, el análisis de contenido y el análisis de discurso, podrían ser abordados desde mismos supuestos epistemológicos y ontológicos. Seguirán habiendo diferencias, como la que mencionó Samual, respecto a cuán complejo se haga el análisis, pero se puede seguir partiendo desde los mismos supuestos. Por ejemplo, es posible partir desde el construccionismo social como supuesto ontológico y epistemológico y utilizar ambos métodos.
    A mi entender, este no siempre es el caso. En muchas investigaciones de análisis de contenido es común, como ya se mencionó, que se acerque al análisis con una teoría de la cual se deriven las categorías que se identificaran en los datos. Utilizar el análisis de contenido de esta forma es partir de un modelo hipotético-deductivo de la ciencia. Es decir, yo parto de una teoría y lo que hago es recoger datos para verificar mi teoría. A pesar de que los datos de un análisis de contenido sean categorías y lenguaje, es posible cuantificarlas. Además de esto, dichos «datos» son considerados, en este respecto, como partícipes de una realidad empírica. Es decir, son datos que no se cuestionan. Por ejemplo, en el mismo proceso, luego de identificar las categorías se hace una reunión donde ciertos jueces deben coincidir en la ubicación de los datos en las categorías. De esta forma, el análisis de contenido puede ser ubicado bajo una metodología mixta o cuantitativa.

    El análisis de discurso, sin embargo, no parte de supuestos hipotético-deductivos, debido a que como mencionó Figueroa, deviene de una tradición contestataria a la ciencia positivista: el giro discursivo. Aunque el hecho de revisar literatura e identificar una tipología de discursos antes del análisis, puede ser confundido con el mismo proceso que identifiqué para el análisis de contenido, ambos no son iguales. Esto debido a la noción de discurso. Un discurso no es siempre una teoría, y por su naturaleza, el discurso es apropiado por agentes que a su vez lo resignifican. Por ejemplo, si voy a realizar un análisis de discurso de la militarización en los videojuegos, yo puedo hacer revisión e identificar cuales son los discursos de militarización, su devenir histórico, entre otros, y partir de ahí para realizar el análisis de un videojuego. Sin embargo, mi intervención en definir la militarización y el material que escogo, supone una apropiación de ese discurso, que tanto yo, como lo que voy a analizar, como el lector que me leerá, el contexto de la investigación, el análisis final pertenecen a una matriz compleja que siempre sera cambiante y nunca exhaustiva. Es decir, que ontológicamente y epistemológicamente, parto desde una posición construccionista y mi análisis siempre será contaminado por la lectura particular que yo haga sobre lo que analizo, mi contexto, el contexto de mi objeto de análisis, la literatura que revise, entre otras.

    El cuento no acaba aquí… pero por ahora, yo sí.

  4. Yesenia Torres Adorno permalink
    15 marzo, 2011 12:03 pm

    Mientras más leo, más se difumina en mi mente la brecha entre análisis de contenido y análisis de discurso.

  5. Laura permalink
    17 marzo, 2011 11:23 am

    Aquí intervengo de manera aventurera. El análisis de contenido (AC) es sólo una pretensión del enfoque cuantitativo incidir en el campo de los textos (discursos, signos, significados). Como es el consenso en el terreno político, el análisis de contenido es una despolitización teórica y metodológicamente. Con ello quiero decir varias cosas. Primero, un AC considera frecuencias de categorías, fuera de un campo contextual, y por ello su reduccionismo y su acercamiento sintomático. Segundo,un AC es una tarea tan elemental a la hora de estudiar un fenómeno, que habría que complicarla para darle profundidad y amplitud interpretativa. Tercero, todo fenómeno psico-social se produce como efecto de unos entendidos, de unas mentalidades cuya «economía» es un campo muy diverso y disperso. Y es en esa dispersión que el análisis del discurso (AD) hace su entrada como desafío teórico, metodológico y político. El problema del poder como principio hermenéutico sostiene las premisas y estrategias para identificar, clasificar y definir un discurso. Y ello se logra mediante la capacidad de la superficie textual, el detalle, el blind spot del habla, aquello que no sólo se repite, sino que se articula a otra superficie textual de formas múltiples hasta crear un orden discursivo, un rompecabezas entre instituciones, poderes y campos discursivos, cuyo mantenimiento, traslapos y rupturas se producen porque el mismo se genera como relación dispersa necesariamente. Es decir, así como la mente (proceso, relaciones) se diferencia del cerebro (dado, identificable), el discurso se da como relación de interpelación y dominio, y de ahí su distinción frente a los conceptos de ideología (tendría que ser dominante para ser ideología), imaginario (creaciones, negociaciones), significados (predecibles, múltiples y contingentes). Se trata de la capacidad del lenguaje en diferentes dominios, y del sujeto como estructuras que poducen poder. Seguimos luego.

  6. Laura permalink
    25 May, 2011 10:41 am

    Sobre la observación o entrevista no informada (covert methods) en la investigación social

    La observación o entrevista no informada es aquella que se realiza sin que el investigador(a) le informe al participante potencial sobre su estudio y sin que le solicite su consentimiento formalmente. Aún cuando, los procesos de formalización del conocimiento moderno y los denominados “protocolos éticos” de la investigación supondrían el entierro de lo “informal” o “faltas de rigor”, lo cierto es que se reconocen unos problemas en la legalización y formalización del conocimiento que contradictoriamente frenan sus posibilidades de producción. Desde esta perspectiva, se han reconocido unos méritos en la observación o entrevista no informada, los cuales han sido ejes de debates y disputas.
    En este contexto, la ética, política y epistemología aparecen como una triangulación “enfrentada” en el creciente debate sobre la observación y la entrevista no informada en el campo de la investigación social. De un lado, tenemos el derecho de los participantes a su privacidad, bienestar y seguridad en una investigación. El investigador(a) debe garantizar estos derechos a los participantes sobre cualquier otro asunto. Y ello es plausible y digno. Pero aún así, quedan interrogantes sobre el asunto de los derechos cuando el propio Estado, cuerpos jurídicos y sectores civiles no defienden los derechos absolutos, sino que los emplazan. ¿Hasta qué punto este ámbito, los derechos de los participantes y el investigador(a), debe ser un asunto de acuerdo mutuo? A otro nivel, habría qué preguntarse sobre el papel y uso de la información en la investigación como “derecho contextual”. Un “derecho contextual” es aquel que toma en consideración los intereses y necesidades de las partes como una relación social solidaria y digna (R. Leckey, 2008). De otro lado, tenemos la observación y la entrevista no informada, cuya naturalidad en el comportamiento del observado y la conversación prolífica en un ambiente cómodo y natural, hace que se plasmen como las condiciones objetivas (no interferencias) y productivas (información valiosa) para la investigación. La combinación entre un ambiente natural y la dinámica espontánea hacen del trabajo de campo uno muy efectivo. Aunque los críticos afirman que la efectividad comprende, además, la comunicación clara a los participantes sobre los objetivos de la investigación. También, tenemos un investigador(a) que busca generar una empatía con el participante potencial para que los datos que ofrezca sean de calidad para su estudio. No obstante, la realidad es que muchas veces se pone en riesgo la empatía y la eficacia investigativa en el momento que el investigador(a) le comunica al observado el protocolo ético de la investigación. La información brindada al participante sobre posibles incomodidades, riesgos y procedimiento de querellas debido a su participación en el estudio -lo cual representa sus derechos- ya ponen en juego el “rapport” establecido y pone en entredicho la propia intención de la investigación. Es decir, parte del protocolo ético-legal traiciona la investigación. En este sentido, la política del investigador es dual y a veces muy compleja; defender los derechos del participante y lograr su investigación. Esta dualidad de principios no siempre acontece a favor de la investigación. ¿Es posible encontrar un término que favorezca lo ético unido a la eficacia en la investigación?
    Algunos investigadores han planteado que hay investigaciones cuyos temas y participantes son muy sensitivos y por tal razón el protocolo de investigación puede resultar contraproducente. El crimen, las gangas y el narco son algunos ejemplos de temas o grupos sensitivos. Es decir, en la medida que son grupos y dinámicas fuera de la “ley”, el obtener información de ellos es casi imposible. Bajo estas condiciones la aplicación del protocolo ético-legalista de la investigación podría abortar la propia investigación.
    Otros investigadores con experiencia etnográfica argumentan que las posibles ansiedades o incomodidades que emergen del proceso de investigación son complejos. Como parte del proceso de interacción humana entre el investigador(a), temas a tratar y los participantes, por ejemplo, el hecho de hablar, significar, recordar y relatar sobre una experiencia en particular puede estar acompañado de ansiedad, vergüenza, tristeza, coraje o alivio. Lo ético en el investigador(a) bajo este tipo de situación es de comunicarle al entrevistado(a) su comprensión y asumir cierta sensibilidad ante su posible silencio, coraje o llanto. Pero el investigador(a) no puede convertirse en terapista o trabajador social, sólo debe comunicar lo ético ante una situación sensitiva. Comunicar su comprensión al participante, hacer pausas o continuar con otro tema también son estrategias recomendables. En este sentido, las intenciones del investigador(a) no necesariamente se vinculan a las posibles ansiedades o daños a los participantes. No obstante, las consecuencias no intencionadas no bastarían para no asumir esta problemática. Habría que gestar posibilidades concertadas y dignas en la esfera de la investigación de campo. Otro asunto que habría que analizar y distinguir es el tipo de daños al cual podrían estar expuestos los participantes en una investigación. Las posibilidades de muerte o de ansiedad se equiparan en el protocolo de investigación con sujetos humanos. Incluso, se ha argumentado de una “sobresensibilidad” en dicho protocolo y cuyo resultado ha sido limitar el conocimiento de los diversos mundos sociales ya que el participante se limita en su hablar y conversar (research habitus). El daño que puede provenir de una investigación médica experimental no es el mismo daño que puede provenir de una investigación etnográfica. La cualificación de daños se hace meritoria para un protocolo ético más contextual.
    A la luz de estos debates, algunos investigadores han recomendado asumir una ética situada (D. Calvey, 2008) en la cual los participantes no son “sujetos” en sus formas de exclusión e inclusión en la investigación (P. Spicker, unpeopled ethnography). En este sentido, se produce una crítica a los procesos de exclusión en situaciones donde el participante restringe su relato dado el protocolo expuesto. También se trae una crítica a la práctica de focalizar el análisis investigativo en la narrativa y la interacción con el participante. Se propone una lectura más integral del mundo social, en el cual el participante es sólo una pieza de las relaciones. Otro punto que se ha debatido es que las prácticas contingentes y mediadas que se generan en el trabajo de campo no necesariamente son de riesgo o peligro, por lo que se debe reflexionar sobre los diversos contextos de investigación y el discurso legalista de derechos y riesgos. Adjunto algunas referencias sobre estos debates.

    Bok, Sisella. Lying: Moral Choice in Public and Private Life. New York: Random House. 1978.
    Bulmer, Michael. (ed.) Social Research Ethics: An Examination of the Merits of Covert Participant Observation. MacMillan, 1982.
    Calvey, David. The Art and Politics of Covert Research Doing `Situated Ethics’ in the Field. Sociology, 42 (5): 905-918. October 2008.
    Dinzin, Norman. On the Ethics of Disguised Observation. Social Problems, 15: 502-504. 1968.
    Dingwall, Robert. Ethics and Ethnography.The Sociological Review, 28: 871-891. 1980.
    Duster, Troy, et al. Fieldwork and the Protection of Human Subjects. The American Sociologist, 14: 136-I 42. 1979.
    Fassim, Didier. The End of Ethnography as Collateral Damage of Ethical Regulation? 
American Ethnologist, 33, (4): 522-524. 2006.
    Festinger, Leo. When Prophecy Fails. Minneapolis: University of Minnesota Press. 1956.
    Galliher, John F. The Protection of Human Subjects: A Reexamination of the Professional Code of Ethics. The American Sociologist, 8: 93-100. 1973.
    Holdaway, Simon. An Inside Job: A Case Study of Covert Research on the Police. En Bulmer, M. ed. Social Research Ethics, Basingstoke: Macmillan. 1982.
    Hitbert, Richard A. Covert Participant Observation: On Its Nature and Practice. Urban Life, 9: 51-76. 1980.
    Holdaway, Simon. The Ethics of Covert Methods. British Journal of Sociology, 31: 46-59. 1980.
    Hurdley, Rachel. Ethical Covert Research. Sociology, 45: 118-133. February 2011.
    Leckey, R. 2008. Contextual Subjects: Family, State and Relational Theory. Toronto, Buffalo & London: University of Toronto Press.
    McKenzie
, John S. ‘You Don’t Know How Lucky You Are to Be Here!’: Reflections on Covert Practices in an Overt Participant Observation Study. Sociological Research Online, 14(2)8. En http://www.socresonline.org.uk/14/2/8.html. 2009.
    Murphy, Elizabeth y Robert Dingwall. The Ethics of Ethnography. En Atkinson, Paul, et.al. eds. Handbook of Ethnography. London: Sage. 339-351. 2001.
    Polsky, Ned. Hustlers, Beats and Others. Harmondsworth: Penguin. 1969.
    Redlich, Frederick. Ethical Aspects of Clinical Observation of Behaviour. Journal of Nervous and Mental Disease, 157: 313-319. 1973.
    Rosenhan, D.L. On Being Sane in Insane Places. Science, 179: 350-358. 1973.
    Roth, Julius. Comments on ‘Secret Observation’. Social Problems, 9: 283-284. 1962.
    Spicker, Paul. In the Picture or Off the Wall? Ethical Regulation, Research Habitus, and Unpeopled Ethnography. Qualitative Inquiry, 16: 517-528. July 2010.
    Wickramasinghe, 
Nilmini. Ethical Ethnography as an Appropriate Research Methodology for ANT. International Journal Of Networking And Virtual Organisations. 6 (1): 36. En http://dx.doi.org/10.1504/IJNVO.2009.022482. 2009.


  7. Gisela permalink
    3 abril, 2013 3:36 pm

    Estimados,

    Estoy analizando las concepciones de niñez que se pueden levantar a partir de una obra chilena de literatura infantil (Papelucho) ¿podemos hablar de análisis de discurso?

    • Lilian permalink
      30 abril, 2013 7:39 am

      Hola Gisela, me parece interesante tu interés por el análisis de Papelucho, soy chilena, conozco la obra y se la he dado a leer a mis hijos, no sin enfrentarme con varios aspectos de la obra que ahora me llaman la atención (debido a mi reciente aproximación al analisis del discurso). De la lectura que han hecho mis hijos ambos varones y yo a la distancia (vivimos en Portugal) surgen ciertos puntos curiosos relacionados con palabras tipicas chilenas, ubicables en cierto espacio (clase social acomodadda y tiempo (un periodo de la historia de chile facilmente reconocible) situaciones donde cobran relevancia valores ligados a la masculinidad y conflictos resueltos donde creo urgente identificar y reinvindicar la mirada femenina de la autora. Creo que es un desafio productivo toda vez que es lectura obligatoria en chile. Suerte.

  8. 2 julio, 2014 10:07 pm

    Reblogueó esto en Cafecito 'express'y comentado:
    Información útil para mi investigación…

  9. sofia francisca soto caceres permalink
    20 May, 2021 12:45 pm

    hola! con el post mas los comentarios quede mucho mas clara en cada uno, sin embargo, me queda la duda de si podrian utilizarse ambos en una investigación sin que por ello sus diferencia perjudiquen el analisis de una investigación. En mi caso estoy estudiando estrategias artistico politicas en una serie de obras de performance feminista, por ahora pense que ya que estudiaré el vinculo entre arte y politica podria servirme de un analisis de discurso, sin embargo me pareció interesante lo referido a el metodo interactivo ciclico del analisis de contenido que se plantea en el post, pero me surge tambien la duda de lo que plantearon mas abajo sobre el hecho de que el analisis de contenido es mas positivista y da las categorías como dadas, quedo atenta a algun comentario o aporte. saludos!

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